En los últimos años, una narrativa falsa se ha propagado con fuerza en las redes sociales: la idea de que China es un país comunista y exitoso, usada para defender el modelo socialista en crisis en países como Cuba, Venezuela o Nicaragua. Esta versión distorsionada de la realidad no surge espontáneamente: es impulsada por granjas digitales de desinformación, conocidas en inglés como troll farms o bot farms, operadas por o vinculadas a estos mismos regímenes autoritarios..
Estas estructuras digitales están compuestas por ejércitos de cuentas automatizadas (bots) y usuarios pagos que difunden propaganda, crean tendencias falsas, manipulan el debate político y atacan a figuras opositoras o periodistas críticos. Según informes de organizaciones como Freedom House, Amnesty International y estudios académicos, estas tácticas forman parte de una guerra de información digital muy activa en América Latina, con especial fuerza en Twitter (X), Facebook, TikTok y WhatsApp.
Uno de los mensajes más repetidos por estas redes es que el comunismo funciona y China es prueba de ello. Esta afirmación es tan falsa como peligrosa, y sirve para encubrir la corrupción, el fracaso económico y la represión que viven los países verdaderamente socialistas como Cuba o Venezuela.
El mito: “China es comunista y por eso es exitosa”
Este relato busca justificar el desastre económico del socialismo latinoamericano culpando a “embargos” o “bloqueos” impuestos por Estados Unidos, y desviar la atención hacia un ejemplo de éxito económico como el chino. Pero si se analiza con rigor, es evidente que China abandonó los principios comunistas desde hace décadas.
El embargo a Cuba o las sanciones a Venezuela son argumentos usados como cortina de humo. La realidad es que la élite política y militar en estos países vive con lujos propios del capitalismo más desbordado: mansiones en Europa, yates, relojes de lujo, empresas offshore, y autos importados que circulan sin problema en las calles de La Habana o Caracas. Si existe un “bloqueo”, no parece afectar a quienes gobiernan.
¿Qué es el comunismo realmente?
Para entender si China sigue siendo comunista, primero hay que recordar qué es el comunismo.
El Manifiesto Comunista de Karl Marx y Friedrich Engels (1848) establece con claridad sus principios. Puedes leerlo aquí:
👉 Manifiesto Comunista – Marx & Engels (en español)
Entre los principios fundamentales del comunismo están:
- Abolición de la propiedad privada de los medios de producción.
- Control total del Estado sobre la economía.
- Eliminación de las clases sociales.
- Planificación centralizada de la producción y distribución.
- Desaparición del mercado libre.
- Colectivización del trabajo y la tierra.
Ninguno de estos principios rige la economía china hoy.
China: ¿Comunismo o capitalismo autoritario?
Aunque el nombre oficial del país es República Popular China y está gobernado por el Partido Comunista Chino (PCCh), lo cierto es que desde 1978 China adoptó reformas económicas de libre mercado, lideradas por Deng Xiaoping. Estas reformas incluyeron:
- Privatización progresiva de empresas estatales.
- Apertura a la inversión extranjera directa.
- Creación de zonas económicas especiales con normas de libre mercado.
- Desregulación de precios y salarios.
- Establecimiento de bolsas de valores y propiedad privada empresarial.
- Formación de multimillonarios privados (China tiene más que EE. UU.).
Hoy, más del 65% del PIB chino proviene del sector privado. Las exportaciones, el consumo interno, la tecnología y el capital son movidos por empresas privadas con fines de lucro, no por un plan central estatal. Esto va directamente en contra del principio comunista de abolición de la propiedad privada.
Además, los productos chinos se venden y comercian en los mercados internacionales, cotizan en la bolsa de Nueva York, y sus empresas compiten globalmente por inversión y tecnología. Eso es capitalismo de libro.
¿Por qué entonces sigue existiendo el “Partido Comunista”?
El único elemento comunista que conserva China es el monopolio político del PCCh, que mantiene una férrea dictadura unipartidista, sin elecciones libres, sin libertad de prensa, y con control ideológico. Sin embargo, eso no convierte a China en un país comunista en términos económicos ni productivos. Es un sistema que muchos analistas llaman “capitalismo autoritario” o “capitalismo de Estado con control político unipartidista”.
Por tanto, decir que China es comunista porque su gobierno se llama comunista es como decir que Corea del Norte es democrática porque se llama “República Democrática”.
Conclusión: Mentiras útiles para regímenes fallidos
Los gobiernos autoritarios de izquierda como los de Cuba, Venezuela y Nicaragua necesitan mitos para justificar sus fracasos. Por eso, usan bots, propaganda y campañas en redes sociales para convencer a los ignorantes de que “el comunismo sí funciona, miren a China”.
Pero la realidad es muy diferente: China es una potencia capitalista, profundamente integrada al mercado mundial, con desigualdades, millonarios, propiedad privada, consumo masivo y lógica de oferta-demanda. Lo único comunista que queda en ella es la fachada política y la represión interna.
El socialismo que se aplica en América Latina no ha fracasado por culpa de embargos, sino porque el comunismo, en su esencia, es inviable y termina generando represión, escasez, corrupción y exilio.
Llamar a China comunista es una mentira útil para quienes necesitan mantener al pueblo desinformado y esclavizado en nombre de una ideología muerta.





