El caso de Eugene Blake
Nacido en 1945 en Huntington, Virginia Occidental, Eugene Blake creció en un entorno que, a los ojos de muchos, no presagiaba el horror que vendría.

Su juventud fue marcada por el anonimato, una vida que se desarrollaba en una pequeña ciudad donde el crimen no era la norma. Sin embargo, bajo esta fachada de normalidad, se gestaba una mente que eventualmente se convertiría en sinónimo de terror.
La primera muestra de la oscuridad de Blake ocurrió en 1967, cuando tenía apenas 22 años. El 16 de enero de ese año, Donna Jean Ball, una operadora telefónica de 18 años, se dirigía a su trabajo cuando fue atacada por Blake en la Route 75 cerca de Ceredo.

Blake, conduciendo un Chevrolet modelo 1958, la obligó a detenerse, y en un acto de violencia sin sentido, la apuñaló ocho veces. Los vecinos Kenny Ward y Dallas Campbell intentaron intervenir, pero Blake escapó.
Ball, aunque inicialmente sobrevivió al ataque, falleció en el hospital. La brutalidad del crimen conmocionó a la comunidad y llevó a Blake al tribunal, donde fue sentenciado a cadena perpetua sin posibilidad de libertad condicional.
Sin embargo, en 1976, el entonces gobernador de Virginia Occidental, Arch A. Moore Jr., conmutó su sentencia a cadena perpetua con posibilidad de libertad condicional debido a su «buen comportamiento» en prisión. Blake fue liberado en 1979, un acto que la sociedad pagaría caro.

Menos de tres años después de su liberación, en marzo de 1982, Blake atacó de nuevo, esta vez en Gould Park, Bridgeport, Ohio. Mark Withers, de solo 21 años, estaba disfrutando de un momento con su novia cuando Blake los abordó agresivamente.

Disparó a Withers y violó a la joven, que sobrevivió para identificar a su atacante, aunque en ese momento, la justicia no pudo actuar debido a la falta de pruebas concluyentes. El crimen quedó sin resolver, añadiendo a Blake a la lista de asesinos no capturados.
En octubre de 1984, el horror alcanzó un nuevo nivel cuando Blake asesinó a Maryann Hope Helmbright, una niña de tan solo 13 años en Osage, West Virginia. La brutalidad de este crimen fue tal que su recuerdo aún persiste en la mente de muchos.
Maryann fue violada y luego estrangulada. Blake, mostrando una vez más su capacidad para evadir la justicia, no fue capturado inmediatamente.
La avanzada del ADN en la criminología trajo luz donde antes había solo oscuridad. En 2008, después de décadas de impunidad, Blake fue finalmente vinculado con el asesinato de Withers gracias a pruebas de ADN que coincidieron con muestras tomadas de la escena del crimen en 1982.

Fue extraditado de Virginia Occidental a Ohio, donde en 2010 se declaró culpable de asesinato y fue sentenciado a cadena perpetua sin posibilidad de libertad condicional.
Las comunidades de Huntington, Bridgeport y Wheeling llevaron una carga emocional y psicológica que cambió sus vidas para siempre.
Las familias de Ball, Withers y Helmbright se convirtieron en voces de justicia, luchando no solo por sus seres queridos sino por prevenir futuras tragedias.
La historia de Blake sirve como un recordatorio amargo de las consecuencias de las fallas en el sistema judicial y de la importancia de la rehabilitación frente a la liberación de criminales peligrosos.

Hoy, Eugene Blake pasa sus días en el Huttonsville Correctional Center en West Virginia, un lugar donde su sombra no puede hacer más daño, pero su nombre sigue siendo una lección dolorosa sobre la maldad humana y la fragilidad de la justicia.

Su caso ha sido analizado en estudios criminológicos, documentales y libros, buscando entender cómo alguien puede convertirse en un depredador tan despiadado y, más importante aún, cómo la sociedad puede protegerse de semejantes individuos en el futuro.