¡Increíble! Prostituta Brasileña No Creía Lo Que Un Cliente Le Pidió Por 440 Reales
En las calles de São Paulo, donde la noche se ilumina con luces de neón y las promesas de placer flotan en el aire, Amanda jamás imaginó que aquel cliente cambiaría su perspectiva para siempre.
Era una noche común, como tantas otras, en su esquina habitual. Vestida para atraer miradas, esperaba a que un cliente se detuviera. Fue entonces cuando un hombre bien vestido, con un aire tranquilo y seguro de sí mismo, bajó la ventanilla de su auto y le preguntó sin rodeos:
—¿Cuánto?
—440 reales y hago todo lo que me pidas —respondió ella, con la voz acostumbrada a los negocios.
El hombre asintió y le indicó que subiera al auto. Amanda pensó que era otro trabajo más, una noche como cualquier otra. Pero no tenía ni idea de lo que estaba por suceder.
La Gran Sorpresa
Al llegar a la casa del cliente, un apartamento elegante en un barrio acomodado, Amanda se preparó para lo que creía que vendría. Se acomodó en el sofá, mirándolo de manera insinuante. Pero él tenía otros planes.
—Quiero que me cocines algo —dijo con total naturalidad.
Amanda quedó en shock. ¿Acaso había escuchado bien?
—¿Cocinar? —preguntó, confundida.
—Sí, tengo hambre. Hazme algo rico —insistió el hombre, dejando 440 reales sobre la mesa.
Todavía desconcertada, pero con la certeza de que había prometido «hacer todo lo que él pidiera», Amanda se dirigió a la cocina. Abrió la nevera y encontró ingredientes para hacer una cena sencilla. Se puso manos a la obra y, cuando terminó, llevó el plato al hombre, que ya estaba cómodamente sentado en el sofá, encendiendo la televisión.
—Gracias. Ahora lava los platos —ordenó sin apartar la vista de la pantalla.
Amanda no podía creerlo. Mientras fregaba los platos, escuchaba los gritos del comentarista deportivo anunciando un gol. El cliente no la miró ni una sola vez. Para él, la transacción había sido clara: 440 reales por exactamente lo que quería.
Más Común De Lo Que Se Cree
Para muchas trabajadoras sexuales, este tipo de experiencias no son tan extrañas como parecen. Algunos clientes solo buscan compañía, conversación o, en casos como este, alguien que les devuelva un poco del calor del hogar. Sin embargo, para Amanda, fue una lección inesperada: «Esa fue la noche más fácil por la que he cobrado. Cocinar y fregar platos es mucho más simple que lo que usualmente me piden».
Así que la próxima vez que escuches historias sobre lo que pasa en el mundo de la noche, recuerda: no todo es lo que parece. A veces, el deseo más extraño de un cliente puede ser simplemente un plato caliente y una noche tranquila frente al televisor.