Los Caníbales de Krasnodar: La Pareja que Devoró a sus Víctimas y Guardó sus Restos en Frascos
El caso de Los Backsheev
En Krasnodar, Rusia, se tejió una de las historias más macabras de los últimos tiempos. Dmitry y Natalia Baksheev, una pareja aparentemente común, ocultaban tras las paredes de su apartamento un secreto que estremecería a cualquier ser humano.
Dmitry Baksheev nació el 28 de enero de 1982, en circunstancias que lo marcaron desde su más tierna infancia. Sus padres biológicos, atrapados en la espiral de la adicción a las drogas, lo abandonaron en un orfanato en Siberia.
Su infancia fue un terreno árido de cariño, donde el ambiente hostil del orfanato moldeó su carácter, dejándolo con un aura de misterio y una mirada que, según los que lo conocieron, parecía atravesar a las personas sin verlas realmente.
Natalia Baksheeva, por su parte, vino al mundo el 25 de enero de 1975. Su historia es menos conocida, pero se sabe que su vida también estuvo marcada por el alcoholismo crónico.
Lo que eventualmente la llevó a perder su empleo como jefa de enfermería en el Colegio Superior Militar de Aviación de Krasnodar. Su carácter agresivo y su influencia sobre Dmitry serían elementos clave en la trama de crímenes que vendría.
La unión de Dmitry y Natalia se dio bajo circunstancias que solo el destino, si es que se le puede llamar así, podría haber orquestado. En el año 2012, ambos se encontraron en un dormitorio escolar donde Natalia vivía, heredado de su anterior matrimonio.
La relación entre ellos se forjó rápidamente, alimentada por una mezcla de necesidad, aislamiento y, quizás, una oscura fascinación mutua.
Vivían en un pequeño apartamento, un espacio donde la normalidad de la vida cotidiana se vio superada por el horror.
Dmitry, trabajando como restaurador de departamentos y Natalia, con su pasado de enfermera, se ganaban la vida de manera aparentemente común, pero bajo esa fachada latía una oscuridad inimaginable.
La saga de terror comenzó de la manera más inesperada: un teléfono celular perdido. Un trabajador de la construcción, durante una jornada de asfaltado, descubrió el dispositivo entre los escombros.
Al revisarlo, se encontró con imágenes que parecían sacadas de una pesadilla. Fotografías donde Dmitry posaba con restos humanos, incluso sosteniendo una mano amputada en su boca. El horror se materializó cuando el teléfono llevó a la policía hasta la puerta de los Baksheev.
Al entrar en su hogar, los agentes se encontraron con una escena que parecía salida de un infierno moderno. La casa estaba sumida en el caos, con restos humanos disueltos en soluciones salinas, carne congelada y partes de cuerpos en bolsas de plástico.
Se encontraron también recetas para preparar carne humana, como si fuera una actividad cotidiana.
Natalia, quien había trabajado como enfermera en una escuela militar, y Dmitry, un hombre con un pasado marcado por el robo y la delincuencia juvenil, habían creado un mundo oscuro en el que la muerte era un negocio.
El alcohol y las drogas eran sus armas de elección para atraer a sus víctimas, muchas de las cuales eran personas vulnerables de la comunidad.
La pareja fue arrestada y sometida a juicio. Natalia fue condenada a 10 años en una colonia penal y 1,5 años en prisión por incitar al asesinato.
Dmitry, por su parte, confesó el asesinato y fue sentenciado a 12 años y 2 meses en una cárcel de máxima seguridad. Sin embargo, su vida terminó abruptamente el 16 de febrero de 2020, debido a complicaciones de una diabetes no tratada mientras estaba en custodia.
A pesar de las confesiones, el número exacto de víctimas sigue siendo un enigma. Algunos rumores los vinculan con hasta 30 asesinatos, sugiriendo que podrían haber vendido carne humana enlatada bajo el pretexto de productos alimenticios.
Estas afirmaciones, aunque amplificadas por la prensa y las especulaciones del público, nunca fueron completamente confirmadas por las investigaciones oficiales.
La historia de los Baksheev es un recordatorio siniestro de lo que puede ocultarse detrás de puertas cerradas, una narrativa que combina la tragedia personal con un crimen tan bárbaro que desafía la comprensión humana.
En Krasnodar, su nombre aún evoca un escalofrío, una historia que, aunque terminó con su arresto y condena, continúa viva en la memoria colectiva como un relato de terror moderno.